26/1/10

Decisiones

En algunas ocasiones a lo largo de nuestra vida, la gente nos preguntamos que para que vivimos, utilizamos expresiones como “que vida más perra” haciendo alusión a una vida llevada por el desaliento principalmente, pero ¿cuántas veces miramos dentro de nosotros para ver si llevamos una vida plena?.

Son diferentes las ocasiones en las que echamos la culpa de lo que nos sucede a otros, a la suerte, al destino, al Karma.., pero no nos hemos parado a vernos desde nuestra perspectiva interior. Es evidente que todo lo que nos ocurre es gracias a nuestro aprendizaje, somos nosotros los que debemos solucionar nuestros problemas. 

Es decir, podemos dejar que venga otro a solucionarnos nuestro problema y pensar que se ha solucionado, en parte esto puede ser verdad, pero en realidad no lo es, la vida volverá a presentarnos en esencia el mismo problema, para que por nuestros propios medios y una decisión sacada del corazón la esencia del problema quede para siempre resuelta y que no se nos presente de nuevo. 

Cuando nos falta el valor suficiente, o nos surge indecisión para tomar una decisión, empezamos a poner peros y excusas, sin darnos cuenta que esa justificación lo que hace es que ese determinado hecho en esencia se repita, con todo lo que ello conlleva. A todo esto hay que sumarle el malestar que nos genera la consecución de diferentes aspectos sin resolver de nuestras vidas, con sus bajadas de moral, otros lo describen como arrastrar una cruz a sus espaldas, a partir de ese momento somos un blanco perfecto para tener una vida más depresiva y menos feliz. 

Consentimos en visitar a un experto que nos diga qué nos sucede y nos empiezan a hablar de depresión, ansiedad, angustia, etc.., (en ningún momento quiero desmerecer la opinión de ningún profesional, sólo que la persona que sufra de estos males u otros similares, tenga la voluntad propia de intentar identificar porque le sucede).

Una vez llegado a este punto podemos seguir dejándonos llevar por una vida vacía o llena de medicamentos para darnos un empujón a nuestra malograda moral, aunque también podemos tomar la iniciativa, de visitar a alguien que tenga la capacidad de ayudarnos a como poder solucionar aquel problema que nos acuciaba y que otro nos solucionó.

De lo que se trata es de donde me perdí en mi camino y porqué, qué sucedió en mi vida para tener esta respuesta continua que no llego a comprender. De cualquier manera el hecho o problema que se está manifestando en nuestra vida debe quedar solucionado, es decir; comprendido, entendido y aceptado para que no se vuelva a repetir.


Miguel A. Garrido